La esplendorosa figura de Kanouté sigue agigantándose en Europa.
El delantero malí celebró en el Red Bull Arena sus goles 18 y 19. Sus estadísticas reinan en las competiciones continentales del Sevilla, porque casi dobla los registros de Luís Fabiano, que ha marcado 11 goles como sevillista en el Viejo Continente.
Kanouté llegó a Nervión en el caluroso verano de 2005. Tras unos meses de adaptación, eliminó los comentarios que le acompañaron en White Hart Lane, donde hablaban maravillas de un espigado jugador, con una clase excelsa, pero escaso olfato goleador.
Frederic inició una nueva vida en el Sevilla, donde se celebró su amortización por su juego primoroso y su tino ante el portero rival.
Fue él quien espantó fantasmas ante el correoso Mainz en la devolución de visita en Alemania, ya que el cuadro teutó salió vivo del Sánchez Pizjuán (0-0). Su doblete fue la primera piedra de un magnífico edificio que precisamente coronó el malí en Eindhoven ante el Middlesbrough.
Antes, repitió doblete ante el Besiktas y colaboró con Luís Fabiano en el trabajado triunfo ante el Lille francés en la ronda de octavos, una maldición hasta entonces en la historia europea del Sevilla.
El idilio de Kanouté con el gol tuvo continuidad en el Principado de Mónaco. Allí anotó uno de los tres goles que tumbaron al endiosado Barcelona de la época en la final de la Supercopa. No comenzaba nada mal la temporada europea 06/07 del Sevilla, que ya tenía en sus vitrinas la Copa de la UEFA.
Kanouté dio un respiro a los adversarios: el Atrómitos griego, en la primera ronda, el Slovan Liberec checo, el Sporting de Braga portugués, el Grasshoppers suizo y el AZ Alkmaar holandés de Van Gaal (todos vecinos de la fase de liguillas).
El delantero sevillista se reservó la artillería para el decisivo cruce de dieciseisavos de final ante el Steaua y marcó el segundo gol en Bucarest. Le dio tregua al Shaktar ucraniano, pero se ensañó con el Tottenham, su antiguo club, al que hirió en Nervión y en Londres.
La semifinal con el Osasuna tuvo aromas brasileños en el marcador, ya que Luís Fabiano y Renato se bastaron para borrar maleficios endémicos con los navarros, pero la amenazante figura de Kanouté sí reapareció en la final de Glasgow. Su gol al Espanyol aseguró la prórroga con desenlace felizmente conocido: el tercer título europeo y segunda Copa de la UEFA.
Kanouté quiso saborear la Champions League desde el inicio y marcó al AEK griego en la ronda previa. También festejó goles ante el Slavia de Praga, allí y en el Sánchez Pizjuán, otro en Nervión ante el Steaua de Bucarest, uno al Arsenal en Sevilla, y cerró la cuenta ante el Fenerbahçe. 17 goles a los que hay que sumar los dos de la lluviosa noche del jueves en Salzburgo.
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