No hay mal que por bien no venga.
El tiempo pone a cada uno en su sitio.
Estas dos frases definen los continuos capítulos del “guaperas” de Sergio Ramos con el Sevilla FC.
Cada vez que el camero se enfrenta a su ex –equipo saltan chispas.
El “guaperas” que ha querido ocupar el sitio de Beckham en lo que a nivel de estética se refiere, no para de crear situaciones que únicamente van en su perjuicio, y es que el tiempo parece olvidarlo todo.
Ya no se acuerda del club en el que se inicio como futbolista. El club que le hizo ficha de profesional y con el que dio el salto a la élite del fútbol español. Eso es pasado, pero a veces hay que recordar el pasado para saber de donde viene uno verdaderamente.
El capítulo de ayer fue ridículo, de mala educación, de mal profesional.
A falta de quince minutos para el final, Ramos conseguía anotar el tercer tanto de los sevillistas. Pero éste en vez de coger el balón y llevárselo al centro del campo para sacar rápido (su equipo necesitaba dos goles más), dirigió su mirada al palco donde se encontraba su ex –presidente, José María del Nido y le dedicó el tanto con un gesto de niño de doce años.
Y digo yo, ese tipo de acciones no se sancionan?. El jugador realizó una provocación hacia el presidente del equipo contrario, por lo tanto debería haber sido sancionado, aunque después de ver todo los que ha pasado en el campo durante los 180 minutos de la eliminatoria es normal que no lo expulsara.
Ramos debió haber sido expulsado en el partido de ida y ayer idem de lo mismo. El jugador se mostró agresivo durante los dos encuentros con entradas para hacer un video y mostrárselo a los niños de las escuelas de fútbol para que vean lo que no hay que hacer dentro de un terreno de juego, pero su motivación extra de poco le sirvió ya que fue el equipo en el que él se inició como futbolista el que consiguió alzarse con la Supercopa de España tras vencer en el global de la eliminatoria
6-3.
En el global de títulos el Sevilla también le gana, 5-1.
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