Es indignante ver como partido tras partido, se observa en los terrenos de juegos a unos señores con silbato en la boca capaz de obstaculizar una y otra vez el bonito espectáculo del deporte rey.
Son auténticos desastres y hacen bastante daño. Si lo hacen queriendo o sin querer, no tengo ni la más remota idea. Pero de verdad que el nivelito es para replantearse muchas cosas. Hacen difícil lo fácil. Inhumano lo sencillo y montañas de granitos de arenas. Y después no quieren que se hablen de ellos. Bufff, demasiado complicado, aunque uno lo intente una y otra vez. Yo diría que es imposible. Entre otras cosas, porque pienso que ellos tampoco hacen nada por intentar mejorar y ceder el protagonismo a los jugadores, que son los que verdaderamente hacen grande este deporte. Cuando los encargados de impartir justicia sobre el terreno de juego se den cuenta de que no es mejor juez el que más interrumpe el juego por sus decisiones (casi siempre equívocas) sino el que pasa desapercibido, entonces comenzarían a cambiar muchas cosas.
Para mí tampoco es agradable tener que escribir este tipo de cosas (aunque muchos piensen lo contario). Pero de verdad que es imposible mantenerse al margen de todo esto y tratar de hacer vista gorda, porque semana tras semana se vive un nuevo capítulo.
En la tarde del pasado domingo, La Palma CF sufrió unas decisiones que le perjudicaron de una manera tan descarada, como que pasó de tener el partido al alcance de la mano, a dar por válido un punto que llego en el último instante del choque y desde el punto de penalti.
El encuentro entre Nueva Jarilla y La Palma CF estuvo muy igualado en los primeros cuarenta y cinco minutos de juego. De hecho, al descanso se llegaba con empate a cero en el marcador. Pero fue tras el inicio del segundo acto, cuando el conjunto palmerino comenzó a sufrir unas decisiones que acabaron con la paciencia de sus futbolistas, cuerpo técnico y directivos.
Nada más reanudarse el juego, Miguelito era expulsado al ver la segunda cartulina amarilla, según el colegiado (su nombre no lo diré para no darle publicidad gratuita), por fingir penalti.
A partir de ese momento y a pesar de jugar con uno menos, La Palma pareció enchufarse al partido más que su rival, generando ocasiones que eran provocadas por la velocidad imprimida a la hora de contragolpear. Y fue así como llegó el 0-1. Obra de David Alcalde, que aprovechó una excelente contra para poner por delante a los palmerinos.
Pero la alegría duraría poco y Nueva Jarilla iba a darle la vuelta al marcador. La acción del 2-1 es para entrar en análisis. Ángel Gutiérrez recibe una aparatosa entrada en el centro del campo, siendo objeto claro de falta, ya que el centrocampista gaditano le marcó los tacos en la cara. En esta ocasión, el colegiado no solo deja seguir el juego, sino que Nueva Jarilla en una acto más que antideportivo, continúa la acción y aprovecha el desconcierto palmerino para hacer el 2-1.
¡Sí señor, eso es deportividad y lo demás es tontería!
Inexplicable como el tipo del silbato no señala falta en esa jugada. Al igual que la falta de deportividad de los locales.
Pero bueno, se puede entender que esto es fútbol. Lo que yo tengo clarísimo, es que el tiempo pone a cada uno en su sitio.
A pesar del duro golpe recibido, La Palma CF nunca perdería su identidad sobre el terreno de juego. Y a base de constancia, trabajo, sacrificio y su capacidad en creer hasta el final de los partidos, llegó la acción de 2-2. En un penalti, en el que se pueden imaginar lo claro que tuvo que ser para que el colegiado lo señalase.
La pena máxima fue transformada por Mario Abad. Era el minuto 89.
2-2 y mi aplauso a los jugadores de La Palma CF, que pese a tener que luchar con todas estas decisiones arbitrales mencionadas, siempre guardó su dibujo en el campo, creyendo hasta el final en la remontada.
Este es mi equipo. El equipo de la ilusión, del trabajo, las ganas, el amor propio, la humildad y la constancia.
¡Con dos huevos equipo!
Y a ustedes, miembros del comité de árbitros de nuestra región, solo pediros que por favor hagan examen de consciencia y se hagan ver de una vez, que los protagonistas del juego deben ser los jugadores. Los árbitros tenéis derecho a equivocaros. Claro que si. Pero debéis ser conscientes de que muchas veces el pasar desapercibidos es lo mejor para todas las partes. Al fin y al cabo, el que sale ganando es el fútbol.
¡Ánimo para vosotros!
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